domingo, 4 de enero de 2009

El Reino de este Mundo

Esta mañana de domingo acabo de terminar de leer El Reino de este Mundo (1949), de Alejo Carpentier. La novela se deja leer muy fácilmente y las descripciones de hechos fantásticos que son presenciados con naturalidad me recordó a eso que -estudiando Cien Años de Soledad en el colegio- Ms. Burga llamó lo real maravilloso.

Según la contracarátula de la edición de Alianza Editorial, que es la que leí, "El Reino de este Mundo recrea [...] los acontecimientos que, a caballo entre los siglos XVIII y XIX, precedieron y siguieron a la independencia haitiana". Sin embargo, más que el recuento -adaptado para la ficción- del hecho histórico, del libro me queda la realización final de uno de los personajes centrales, el negro esclavo Ti Noel, que tras haber atravesado por varios períodos de opresión, de manos tanto de los colonos blancos como de los mismos ex-esclavos negros, y haber sido partícipe de sendas rebeliones, cada una de las cuales prometía la liberación final del régimen opresor de turno, llega al final de su vida y, en un momento de lucidez, "en el espacio de un pálpito", alcanza a formular su visión del mundo:

"Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo."

"... pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada." Pocas verdades son tan ciertas. Parafraseando a alguno de los personajes de Grey's Anatomy, estamos diseñados para ser intrínsecamente inconformes. Ojo, que no creo que uno no pueda ser feliz con lo que tiene, pero es casi seguro que, en cualquier momento de la vida, habrá algo que uno crea que puede hacerlo aún más feliz.

Y aquí me viene a la mente el punto de vista budista sobre el problema de la felicidad. Buddha reveló que es el deseo de obtener algo lo que genera sufrimiento y que, por lo tanto, para evitar el sufrimiento, se debe eliminar el deseo. Lo que me gustó del budismo es que no se detiene en ese argumento, sino que -muy hands-on- propone una guía con pasos detallados de cómo llegar a desterrar el deseo. Alcanzar este estado de privación del deseo (nirvana, para los budistas) equivale a existir en el Reino de los Cielos, donde "no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite."

Una existencia así, sinceramente, me parece aburrida. Sí, esa es la palabra correcta. Posiblemente sea porque soy hijo del capitalismo, de la sociedad consumista y competitiva, donde la idea misma de vivir se equipara en gran medida a la de alcanzar metas progresivas, algunas inmediatas y otras que sólo se completarán al término de una vida. Yo, como Ti Noel, elijo el Reino de este Mundo sobre el Reino de los Cielos. Prefiero una existencia "agobiado de penas y de Tareas" sobre la "incógnita despejada", simplemente porque a través de las penas y tareas es como la realidad se deja conocer. La Naturaleza no nos ha construido caminos pavimentados y señalizados que nos lleven fácilmente a conocer su funcionamiento. Mas bien, cualquier pseudocerteza que podamos obtener acerca del orden (o desorden) de las cosas es el resultado de un proceso tortuoso y falto de guía. Vivir en el Reino de los Cielos es perder la curiosidad heredada de nuestro linaje primate, mientras que vivir en el Reino de este Mundo es abrazarla, a pesar de sus dificultades. "... el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo."

5 comentarios:

Joel Jones Pérez. dijo...

A menos que te conviertas en Shakka de Virgo, claro está.

Mauricio Bustamante dijo...

Desperté el sétimo sentido durante el viaje de treinta horas de Valencia a Lima.

Luciano dijo...

Es curioso (y creo q alguna vez lo hemos discutido en las reus de complexity) como toda la idea del cielo (digamos católico) como espacio de felicidad absoluta nos ha resultado siempre tremendamente aburrido. Y eso sin mencionar lo contradictorio q es en si mismo ese concepto.

Supongo q coincidimos tb en q el tipo de "padecimientos" q preferimos son esas angustias intelectuales contra las q uno lucha cuando pretende entender/explicar algo. No tragedias simplonas tipo la del negro esclavo ese... sino algo más "elevado".

Anónimo dijo...

En quinto ciclo llevé en la universidad un "curso" que se llamaba Introducción al Estudio del Budismo. En una de las últimas clases, creo que a modo de conclusión, el profesor (Juan José Bustamante para más referencias) mencionó justo esa idea de que cuando se alcanza la iluminación todo queda solucionado, no hay más que hacer, no hay más preguntas, no hay felicidad porque no existe (fea palabra existe para el contexto). Luego agregó, qué les parece.

Mi pregunta en ese momento fue justamente si no es muy aburrido. En ese momento sentí como si todos me miraran raro y la respuesta del profesor fue una comparación de que luego de eso la idea es que todo es como un teatro donde uno se da cuenta lo que es, pero tranquilamente puede seguir actuando, o jugando a que actúa. Definitivamente pienso que no es lo mismo, porque una vez que ya sabes que no es así pierde toda gracia. Pero me pareció muy curioso que llegaras a la misma conclusión.

En general a lo que me estoy inclinando con este tema de la felicidad es que nuestra idea común de felicidad es de algó estático y eterno, lo que suena bastante ideal. Marco Aurelio Denegri :), habla en general mucho de esto, pero hasta ahora no he visto a nadie más claro que Fernando Savater en esta entrevista a CNN que vi hace no mucho: http://www.youtube.com/watch?v=100hsaGctfo y http://www.youtube.com/watch?v=uMjzPVuyYKo.

Recién descubro tu blog. Está muy bueno. Un abrazo.

Mauricio Bustamante dijo...

Hola Ian, qué bueno saber de ti. Los videos de Savater están muy buenos. Su idea de buscar la alegría en vez de la felicidad -porque ésta es, por la misma condición humana, inalcanzable- me pareció interesante. No he leído a Savater, pero después de ver estos videos, voy a buscar algo de él. Un abrazo.