sábado, 4 de enero de 2014

Los libros de Diciembre 2013

Bien visto, el 2013 fue un año más bien complicado, aunque académicamente muy satisfactorio. Entre Würzburg, Rio de Janeiro, Estocolmo, Columbus, New York, Princeton y Düsseldorf, fueron muchos los ánimos y muy distintos los libros que me acompañaron. Los libros de Diciembre han sido una mezcla de algunos que llevaban ya varios años en mi lista y de otros que descubrí hace poco. Aquí va.

X-Men: days of future past (Chris Claremont, John Byrne, 1980)

Days of future past es una de las historias más representativas de la mitología de X-Men y quizás sea la pieza más reconocida de la larga estancia del escritor Chris Claremont como guionista de la serie: dieciseis años, de 1975 a 1991, algo que sería inaudito hoy, donde ya es raro que un escritor se ocupe de un libro por más de un par de años. Desde su publicación, en 1980, la historia original ha sido objeto de ampliaciones, adaptaciones animadas, y, más recientemente, de una película situada dentro del universo cinematográfico de X-Men que tiene fecha de estreno en el 2014 y que se ve prometedora. Days of future past se publicó originalmente en X-Men #141-142; me sorprendió que ocupara sólo dos números, dado su lugar como hito en la historia del comic de superhéroes.

Como es costumbre con la laberíntica cronología de X-Men, una explicación detallada de la trama necesitaría de una introducción de gran parte de la mitología previa, así que sólo intentaré un resumen superficial. En una realidad distópica situada en el año 2014, los EE.UU. están sometidos por el dominio de los sentinelas, un ejército de robots gigantes inteligentes que originalmente fueron mandados a construir por el gobierno de los EE.UU. con el objetivo de destruir a todos los mutantes, que eran vistos como amenaza para los humanos normales. Eventualmente, los sentinelas decidieron someter también a los humanos normales y en el 2014 queda sólo un pequeño grupo de X-Men sobrevivientes, que incluye las versiones avejentadas de Wolverine, Storm, Colossus, Kitty Pryde, Rachel Summers (la hija de Cyclops y Jean Grey en esta realidad) y Franklin Richards (hijo de Reed y Sue Richards, de los Fantastic Four). Ellos están confinados a vivir en un campo de concentración, rodeados de las tumbas de todos los demás mutantes asesinados por los sentinelas, y sin poder usar sus habilidades mutantes. Secretamente, el grupo de sobrevivientes logra hacerse de la tecnología necesaria para camuflar su presencia y poder enviar la conciencia de uno de ellos, Kitty Pryde, al pasado, para ocupar el cuerpo de su versión de la era actual, 1980, con la intención de prevenir el asesinato de un senador, evento que eventualmente precipitaría la construcción de los sentinelas, y de esta manera evitar que el futuro distópico ocurra. (Similar jugada ha sido utilizada muchas veces en historias sobre viajes en el tiempo; por ejemplo, en la segunda parte de Back to the future.)

El trade paperback que leí incluye algunos números extra, notablemente el número inmediatamente posterior al suicidio de Jean Grey en la saga de Dark Phoenix, que lleva a la renuncia de Cyclops, hasta entonces líder del grupo. Days of future past es una historia imperdible para quienes quieran entender la complicada mitología de los X-Men. Pero no sólo es eso: es también una instantánea del género del comic a inicios de la década de los ochentas, época en la que los roles tradicionales de héroe y villano comenzaron a mezclarse y dejaron de ser sólo blancos o negros y en las que temas más adultos, como la muerte, las drogas, el suicidio y la homosexualidad empezaron a explorarse en las viñetas. Esto llegaría a su conclusión natural en 1986 con The dark knight returns de Frank Miller y, principalmente, con Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons. Algunas de las mejores historias de X-Men son aquellas que se centran en la discriminación de una minoría, y aquella década fue tierra fértil para que Claremont y otros las contaran. Days of future past es, además, una muestra del arte de John Byrne, maestro dibujante que determinaría la apariencia de los X-Men y Fantastic Four durante la década de los ochentas y más allá.

==> Si te gustó esto, lee: X-Men: days of future present (varios), X-Men: God loves, man kills (Chris Claremont, Brent Anderson), Fantastic Four: the trial of Galactus (John Byrne)

Travels with my aunt (Graham Greene, 1969)

Indudablemente, Graham Greene conoció la naturaleza del hombre del siglo XX y construyó con sus secretos anhelos y demonios internos algunas de las mejores novelas del siglo pasado. Cada uno de los libros de Greene que he leído hasta la fecha -lamentablente, sólo tres- han sido muy distintos unos de las otros: a diferencia de The third man y The end of the affair (ver Los libros de Noviembre 2013), Travels with my aunt  es una comedia. Me refiero tanto a que existen situaciones graciosas -es raro que un libro me haga reir en voz alta, pero éste lo logró en dos o tres oportunidades- como a lo que se entiende por comedia en el teatro clásico: una historia en la que nadie muere y que termina con personajes felices. Pero, claro, esta es una comedia del siglo XX y además escrita por Greene, así que ambas aseveraciones son sólo burdas aproximaciones que mal describen la trama: la gente muere y la felicidad es relativa. Quizás la mejor forma de decirlo es que el libro tiene mucho de comedia de situaciones, y no en pocas oportunidades me pareció detectar la vena de humor británico tan característico de Peter Sellers y Monty Python. El hecho es que el autor mismo confesó que Travels with my aunt había sido la única novela que había escrito sólo por diversión, algo que es bastante evidente en su lectura.

La historia empieza con el funeral de la madre de Henry Pulling, un gerente de banco retirado, cincuentón y soltero, que vive una anodina existencia en Londres, cuidando de sus dalias y releyendo la reducida colección de libros que su padre le legó. En el funeral, reencuentra a su excéntrica tía Augusta, hermana de su madre, que prontamente le revela que la difunta era en realidad su madrastra: él fue el hijo de un amorío entre su padre y su verdadera madre, cuya identidad permanece velada. Luego de casi desmayarse, Henry escuchará con creciente interés las historias de la vida de la tía Augusta, que ha viajado por medio mundo y tenido muchos y diversos trabajos y una rica vida amorosa. Eventualmente, tras una serie de situaciones que involucran el reemplazo de las cenizas de su madre por marihuana, Henry acompañará a su septuagenaria tía en algunos de sus viajes, a la tumba de su padre, a Francia, y a Turquía, a bordo del Orient Express. Durante los viajes, la tía Augusta episódicamente relata la historia de su vida a Henry. Como resultado, el afecto de éste por ella crecerá, y lentamente caerá en la cuenta de que existe otra forma de vivir, lejos de la seguridad de sus dalias y de su casita en Londres. La historia de Henry y su tía llegará a un clímax emotivo, condensado por Graham en una sola y magistral línea de diálogo, en la sala remodelada de una casona en una provincia de Paraguay a la que finalmente los lleva los viajes la tía Augusta.

Travels with my aunt es un libro acerca del abandono de la zona de confort en la que casi inevitablemente terminamos acomodándonos. La historia de Henry Pulling, clasemediero estereotípico, y de su descubrimiento de las múltiples posibilidades de una vida plena, es la historia a la que secretamente aspiramos. Como las demás novelas de Greene, además, ésta es un tesoro de frases célebres, casi todas puestas en labios de la inolvidable tía Augusta o de su amante: "Champagne, if you are seeking the truth, is better than a lie detector. It encourages a man to be expansive, even reckless, while lie detectors are only a challenge to tell lies successfully". ¿Lo primero que hice al terminar el libro? Ver qué rutas de tren llevan de Alemania a Turquía.

==> Si te gustó esto, lee: The third man (Graham Greene), The end of the affair (Graham Greene), One flew over the cuckoo's nest (Ken Kesey), Death in Venice (Thomas Mann), Sostiene Pereira (Antonio Tabucchi), The catcher in the rye (J.D. Salinger), La caverna (José Saramago), Todos los nombres (José Saramago)

The 14th Dalai Lama: a manga biography (Tetsu Saiwai, 2010)

A la edad de dos años, en el Tíbet, Tenzin Gyatso es identificado como la decimocuarta reencarnación del Dalai Lama, el líder espiritual del budismo tibetano y en muchas oportunidades también el líder político de Tíbet. El manga de Tetsu Saiwai sigue la historia de Tenzin desde su niñez, pasando por su reconocimiento oficial como Dalai Lama en 1950, a la edad de cinco años, su educación y la asunción de sus responsabilidades como líder político y religioso, sus acciones (e inacciones) durante la ocupación china iniciada en 1949 y su eventual exilio a la India, en 1959, donde fundó el gobierno tibetano en exilio, en oposición a la intervención china.

Me ha sido inevitable comparar The 14th Dalai Lama de Saiwai con los ocho volúmenes de la monumental biografía de Buddha por el maestro mangaka Osamu Tezuka, serializados entre 1972 y 1983. En comparación, es comprensible que The 14th Dalai Lama parezca apresurado, aún cuando no deja de detenerse y examinar con cuidado ciertos episodios críticos de la ocupación china de Tíbet. Además, el manga de Tasai tiene algunos momentos muy bien logrados, como la inicialmente afable conversación entre el dictador chino Mao Zedong y el Dalai Lama, que se torna macabra en el espacio de sólo dos paneles. Ahora bien, una historia mucho más reducida que la del Buddha de Tezuka no hace posible la construcción a profundidad de los personajes, por lo que el manga de Saiwai termina siendo una crónica, más que una historia novelizada, como lo es el de Tezuka. A pesar de ello, The 14th Dalai Lama es una buena introducción ligera a la historia del Tíbet en la segunda mitad del siglo XX y al complicado conflicto China-Tíbet.

==> Si te gustó esto, lee: Buddha vol. 1-8 (Osamu Tezuka), Message to Adolf (Osamu Tezuka), Barefoot Gen (Keiji Nakazawa)

Winnie-the-Pooh (A.A. Milne, 1926)

"Here is Edward Bear, coming downstairs now, bump, bump, bump, on the back of his head, behind Christopher Robin. It is, as far as he knows, the only way of coming downstairs, but sometimes he feels that there really is another way, if only he could stop bumping for a moment and think about it."

Recuerdo haber visto la película animada de Disney de Winnie-the-Pooh de 1976 cuando tenía unos cinco o seis años, en casa de unos amigos de mis papás; el recuerdo indeleble de la canción me ha acompañado desde entonces ("Winnie the Pooh / Winnie the Pooh / Chubby little cubby all stuffed with fluff"). El libro en el que Disney se basó es una colección de relatos cortos sobre Edward Bear, más conocido como Winnie-the-Pooh, la imaginaria versión viva del oso de peluche del niño Christopher Robin, y sus amigos animales, también inspirados en muñecos de peluche: Piglet, Rabbit, Eeyore, Owl y, más adelante, Kanga y Roo (uno de los personajes más populares, Tigger, no aparecería hasta el segundo y último volumen de historias). Todos ellos viven en el imaginario bosque llamado "Hundred Acre Wood", donde vive también Christopher Robin, personaje basado en el hijo del autor A.A. Milne, para quien éste escribió los cuentos. Las ilustraciones de E.H. Shepard que acompañan a las historias son el complemento perfecto, con un estilo sencillo, pero no precisamente de trazo limpio: son, a falta de mejor descripción, exactamente como uno imaginaría a un grupo de animales de peluche viviendo en un bosque.

Winnie-the-Pooh es otro de los libros para niños que no leí cuando fui uno (ver The jungle book en Los libros de Octubre 2013). Leerlo recién a los treinta años, es una experiencia nostálgica y feliz a la vez, el recuerdo de una etapa muy corta de la niñez durante la que los objetos inanimados podían, a voluntad nuestra o de quienes así nos lo hacían creer, cobrar vida, hablar y relacionarse, entre ellos y con nosotros. Es la época en que nos leían cuentos en la cama antes de dormir; cuando los cuentos se acababan, recuerdo que mi papá volvía a contar los antiguos, con cambios, o inventaba nuevos. Milne hizo lo mismo con su hijo. El especial afecto que le tuvo a él y a su esposa se deja ver en la dedicación del libro:

“To her-
Hand in hand we come
Christopher Robin and I
To lay this book in your lap.
Say you're surprised?
Say you like it?
Say it's just what you wanted?
Because it's yours-
because we love you.”

En la sección de mi mente donde están alojados los recuerdos de mi niñez, los cuentos de Winnie-the-Pooh, que recién ahora leo, pero que conocía, están en la misma categoría que los especiales de Navidad de Peanuts, los cuentos de los hermanos Grimm y de Hans Christian Andersen, el Peter Pan de Disney y Mary Poppins. Todos pertenecen, en menor o mayor medida, a la época en que la suspensión de la incredulidad y la aceptación de lo fantástico, no como algo real, sino como algo un poco menos imposible (o, tal vez, de plausibilidad irrelevante) venían fáciles. Winnie-the-Pooh es uno de los libros que leeré a mis hijos cuando vayan a dormir.

==> Si te gustó esto, lee: The house at Pooh Corner (A.A. Milne), Peter Pan; or the boy who wouldn't grow up (J.M. Barrie), Grimm's fairy tales (Jacob y Wilhelm Grimm), Cuentos de Hans Christian Andersen (Hans Christian Andersen), Fables (Bill Willingham)

The forever war (Joe Haldeman, 1974)

Desde que comencé a leer ciencia ficción, he creído que este género tiene valor más allá del de entretenimiento únicamente cuando el foco de la historia no está en la tecnología o la ciencia avanzadas, sino cuando estos elementos ajenos a lo real o lo presente son utilizados para deslocalizar al hombre y a algunos de sus problemas que, colocados fuera de su escenario original, se aislan y se hacen más evidentes. Esto es lo que hizo Joel Haldeman con The forever war. Haldeman sabía dos cosas: por un lado, habiendo servido en la Guerra de Vietnam, conocía de primera mano lo absurdo que puede llegar a ser la guerra y, por otro, sabía cómo escribir una buena historia de ciencia ficción. En este sentido, The forever war es similar al Slaughterhouse-Five del magnífico Kurt Vonnegut, aunque ésta tiene como trasfondo la Segunda Guerra Mundial. También es inevitable la comparación con Starship troopers de Robert A. Heinlein, pero, si mi memoria no falla, ésta se enfoca más en la dinámica social de una Tierra militarizada que en los personajes que participan en el conflicto.

The forever war es la historia de la guerra interestelar entre los humanos y una enigmática raza alienígena bautizada como Tauranos. Ambas partes cuentan con naves que se mueven a velocidades relativistas, cercanas a la de la luz, y utilizan algunos agujeros negros (collapsars, en la novela) como agujeros de gusano para cubrir distancias de cientos y miles de años luz casi instantáneamente. Sin embargo, debido a la dilatación del tiempo -uno de los efectos de la teoría especial de la relatividad- el tiempo que transcurre fuera de la nave es mucho mayor: luego de una expedición que para los soldados dura dos años, al retornar a la Tierra han pasado décadas. Cada uno de los viajes en las naves es efectivamente una máquina del tiempo; de ahí el nombre la novela. El conflicto y los efectos sociales son vistos a través de los ojos del soldado William Mandella, que se vuelve testigo de los cambios que la humanidad sufre durante los ocho siglos de guerra interestelar: Haldeman hace particular énfasis sobre las crisis de comida y agua (las calorías eventualmente se adoptan como moneda común en la Tierra) y especialmente sobre los cambios en las costumbres sexuales de los humanos. Es también, y de forma explícita, una crítica a la absurdidad la guerra, especialmente una como la de Vietnam, que arrastró a lo mejor de la juventud estadounidense a pelear por un motivo que nunca quedó claro: la guerra eterna de la trama se inicia debido a la falta de comunicación entre las dos especies. A un nivel más personal, la historia es una exploración de la soledad y la separación, y del inevitable aislamiento del soldado cuando regresa del conflicto a un país que no lo entiende o no lo quiere más.

The forever war no es solamente un buen libro de ciencia ficción: es, sencillamente, buena literatura.

==> Si te gustó esto, lee: Slaughterhouse-Five (Kurt Vonnegut), Starship troopers (Robert A. Heinlein), Catch-22 (Joseph Heller), For whom the bell tolls (Ernest Hemingway)

Guía del mal padre (Guy Delisle, 2013)

Ya he mencionado a Guy Delisle antes, cuando escribí sobre la novela gráfica Palestine de Joe Sacco, en Los libros de Noviembre 2013. Delisle es un caricaturista y animador canadiense que, por trabajo o acompañando a su esposa, miembro de Médecins Sans Frontières (Doctors Without Borders), tiene esporádicamente la oportunidad de residir durante un tiempo en lugares que son tradicionalmente considerados como exóticos en Occidente: Corea del Norte, Shenzhen en China, Burma y Jerusalén. Ha publicado entretenidísimas novelas gráficas relatando sus experiencias en cada uno de estos lugares, en las que invariablemente se encuentra con situaciones desconcertantes para un occidental nato. Todos sus travelogues son altamente recomendables y, si no han cogido un comic desde la última vez que leyeron Condorito en una peluquería, les recomiendo que se den el trabajo de conseguir uno de estos para perderle el miedo al género.

Guía del mal padre (título original, Guide du mauvais père) no es un nuevo travelogue de Delisle, sino una colección de situaciones cómicas del autor junto con sus dos pequeños hijos. El humor es el mismo que el que impregna sus otros libros: ácido y lleno de sarcasmo. El dibujo tiene el mismo trazo sencillo y caricaturesco que utiliza para sus travelogues y que permite una rápida y fácil lectura: la serie de tiras cómicas que componen el libro se lee en unos veinte minutos. Guía del mal padre es un bienvenido complemento al trabajo existente de Guy Delisle, pero no se compara con sus más elaboradas crónicas de viajes. Aún así, si lo ven en una librería, denle una ojeada y, si les saca una sonrisa, llévenlo a casa.

==> Si te gustó esto, lee: Pyongyang: a journey into North Korea (Guy Delisle), Shenzhen: a travelogue from China (Guy Delisle), Burma chronicles (Guy Delisle), Jerusalem: chronicles from the Holy City (Guy Delisle)

As you like it (William Shakespeare, 1599-1600, publicada en 1623)

"All the world's a stage,
And all the men and women merely players:
They have their exits and their entrances;
And one man in his time plays many parts,
His acts being seven ages. [...]"

No leía a Shakespeare desde la secundaria, desde A midsummer night's dream y los sonetos. La primera me fascinó. De los sonetos, ahora sólo soy capaz de recordar el primer verso del número dieciocho ("Shall I compare thee to a summer's day?"); si no lo han hecho, háganse un favor y léanlo completo. Mucha gente con mucho más conocimiento de Shakespeare y del teatro ha escrito sobre su genialidad, así que yo me limitaré a mi papel de lector: As you like it es un perfecto ejemplo de cómo mantener la atención del lector de principio a fin. Pero la obra fue compuesta para actuarse, no para leerse: imagino que, bien puesta en escena, debe ser incluso más cautivadora que leída.

Desde hace algún tiempo tenía ganas de comenzar a leer a Shakespeare sistemáticamente, como hice con el teatro griego clásico, pero no me decidía por donde empezar. Hace algunas semanas vi la versión cinematográfica de Much ado about nothing dirigida por Joss Whedon (sí, el mismo que creó y dirigió Buffy the vampire slayer y The Avengers) y hacerlo me hizo decidirme por leer una de sus comedias; luego de un poco de búsqueda, As you like it me pareció la más accesible.

La obra presenta al joven Orlando, hijo del difunto Sir Roland de Boys, quien, maltratado por su hermano mayor, Oliver, huye al cercano Bosque de Arden. Paralelamente, el Duque Frederick, quien ha usurpado el ducado de su hermano, el Duque Senior, destierra a su sobrina Rosalind, hija de Senior, quien huye también a Arden, acompañada de su querida prima Celia, hija de Frederick. En el Bosque de Arden reside el Duque Senior y su pequeña corte desterrada, viviendo una vida alegre a pesar de haber sido usurpado su ducado. Por otro lado, al llegar al bosque, Rosalind se disfraza de hombre para prevenir problemas. Eventualmente, encuentra a Orlando, quien previamente a su huida había caído enamorado de ella. Aún disfrazada de hombre, Rosalind instruirá a Orlando en cómo ser un caballero y en cómo amar a una dama, mientras ella a su vez se enamora de él. La situación se vuelve más cómica cuando una pastora, Phebe, se enamora de la forma masculina de Rosalind, a la vez que un pastor se enamora de Phebe. Como en toda buena comedia, la situación se resuelve para beneficio de todos, los amores son correspondidos, las amistades son reparadas y la historia termina en una boda múltiple.

El conocido monólogo "All the world's a stage..." es enunciado por Jaques, parte de la corte del desterrado Duque Senior en el Bosque de Arden. Es una explicación sobre las siete edades del hombre, desde la primera infancia hasta la vejez, o segunda infancia. Un dato curioso que encontré en la introducción de la edición que leí es que, aparentemente, la actitud melancólica que exhibe el personaje de Jaques estuvo de moda en los inicios del siglo XVII: en otras palabras, los "señores melancólicos" de entonces son los predecesores de los emos actuales.

Para quien no haya leído a Shakespeare antes, As you like it es buen punto de partida: la capacidad de Shakespeare de entretener a la audiencia y su conocimiento íntimo de las diferentes facetas de la personalidad del hombre están ahí.

==> Si te gustó esto, lee: A midsummer night's dream (William Shakespeare), Much ado about nothing (William Shakespeare), Sonnets (William Shakespeare), Songs of innocence and of experience (William Blake)

***

Esos fueron los últimos libros del 2013. Si se deciden por leer alguno, avísenme. Los libros de Enero del nuevo año ya están en la repisa. Les cuento cuando acabe el mes.

1 comentario:

Ingrid dijo...

Leer los post de tu blog siempre incitan a leer más y más.
No dejes de postear, siempre es bueno leerte.